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Arkano dice en una de sus canciones que el género oprimido no puede ser opresor. Pero, y los individuos del género opresor, ¿no pueden ser oprimidos? Los soldados soviéticos estaban amenazados de muerte si se retiraban durante parte de la Segunda Guerra Mundial. En múltiples ejecuciones los verdugos tienen un cañón apuntando a su nuca y si no apretan el gatillo también ellos son ejecutados. Aquí, nadie está encañonado para matar a nadie, pero sí para oprimir.
Una compañera me abrió tras la primera entrada del blog y me dijo que aclarara eso de que los hombres nos emancipáramos. No podemos emanciparnos porque no somos el género oprimido. Estoy de acuerdo. No somos oprimidos como grupo, pero como sujetos sí lo estamos. Sobre todo, aquellos que no quieren ser opresores. Incluso los machirulos que actúan de forma agresiva están oprimidos. El miedo les envuelve en odio y eso les hace peligrosos.
Por abrir un simple blog se me ha llamado valiente, cosa que agradezco y virtud aristotélica a la que todo el mundo aspira. Sin embargo, el valiente es el soldado soviético que se da la vuelta porque quiere encontrarla y gritar a viva voz que prefiere verla antes que ganar la guerra, como cantaría La Raíz. El valiente fue el homosexual alemán que no dio ni un paso atrás durante el III Reich. El valiente fue Harvy Milk por defender a las minorías en un país de gigantes. A tal nivel de valentía ya se es héroe pero nuestra intención es mucho más modesta: ser libres en igualdad. Sí, simplemente emanciparnos.
¿Quiénes somos los que buscamos la emancipación? Somos los hombres que no queremos ser el hermano protector, los que no sentimos la necesidad de decir lo buena que está la tía que acaba de pasar, los que una mirada interesante de otro hombre nos hace sentir también un cosquilleo, los que no queremos sexo consentido sino acordado, los que no buscamos penetrar a un coño sino follar y ser follados, los que buscamos una pareja peluda porque queremos ser los depilados de la relación. Estos somos nosotros.
He sentido miedo a proponer en una relación. Nuestro peor enemigo es la autocensura y lo es porque la motiva el miedo. Los hombres debemos aceptar a escuchar un NO por respuesta. No pasa absolutamente nada. Está instalada en nuestras cabezas la idea del fracaso. La filosofía trumpista de los losers se encuentra arraigada en nuestro inconsciente y el único fracaso es tener miedo a proponer.
–Hola, soy José y me gustas. Me gustaría follar contigo.
–No me gustas.
–Ah, guay, nos vemos. Que te vaya bien.
¿Dónde está el problema? En que José ha sido muy directo. Tal vez, pero no ha tenido miedo y ha aceptado un no. Si lo único que buscas es sexo, no te culpes, es legítimo, pero no engañes a la otra persona para tirártela prometiendo el oro y el moro o metas mierdas en su copa para anular su voluntad.
Y por supuesto debemos aprender a decir NO. No a ser peligrosos, no a odiar, no a temer lo que digan los amigotes, no a la brutalidad, no al miedo a ser diferentes. Tenemos que desarrollar el no. Como dice Virginie Despentes en Teoría King Kong: «Existe una fuerza que no es ni masculina ni femenina. Una capacidad de decir que no, de imponer una visión propia de las cosas, de no ocultarse».
No tengas miedo a hablar, proponer o decir porque entonces tu incapacidad por afrontar una negativa te llevará a odiar y serás un peligro. ¿Quieres que te teman o que te amen? ¿Quieres ser opresor-oprimido o libre? No te engañes a ti mismo. Yo ya he decidido. No es no, no quiero ser opresor. ¿Y tú?